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Movimiento Social de los Patriotas Chilenos

Exigimos la libertad de todos los uniformados presos políticos


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6 de septiembre de 2012

"El Cuento de la Tía" por don Hermógenes Pérez de Arce




MIÉRCOLES, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Las atrocidades judiciales que se cometen --y cada día son más-- en nuestro medio contra los uniformados en retiro que debieron enfrentarse a los veinte mil terroristas de extrema izquierda que se aprestaban a dar el zarpazo final a nuestra democracia, según lo contemplado en el Plan Z, reproducido en el Libro Blanco Sobre la Intervención Militar en Chile, no alcanzan a la gran prensa ni a los medios masivos, pues se trata de un tema "políticamente incorrecto". Las demasías de todo orden en ese aspecto son denunciadas por los "zamiszdats" (diarios clandestinos rusos de la era comunista) chilenos, entre los que se cuenta este blog y otros más, en particular el diario digital "Chile Informa", que, como no obtiene ningún patrocinio de los empresarios que fueron salvados por el régimen militar, demanda una suscripción modesta de $2.500 mensuales.

En "Chile Informa" me he enterado de una exquisitez de la justicia chilena de extrema izquierda, personificada por el ministro de la Corte de Apelaciones Alejandro Solís, un personaje legendario por la "sans-facon" (perdón por la falta de tilde inferior en la "c") con que se ríe del derecho chileno cuando condena a militares, y que ahora le ha puesto una guinda a su torta de arbitrariedades que tienen a numerosas personas de intachables antecedentes tras las rejas sin fundamento legal. El caso de Solís debería merecer alguna atención de la prensa, porque desde los años '70 el Gobierno Militar hizo notar a la Corte Suprema la inconveniencia de que hubiera un magistrado con tantas implicancias con el MIR y la extrema izquierda, situación en la cual el entonces presidente del máximo tribunal, don Enrique Urrutia, explicó al Presidente de la Junta, Augusto Pinochet, que él velaría por la imparcialidad de la conducta de Solís, a quien se impuso en ese entonces una sanción, de la cual se perdió, con el tiempo, hasta la menor huella, en el juzgado donde habría sido aplicada y hecha pública.

Solís se ha caracterizado por faltar a una obligación básica de todo juez en lo criminal, como es la de indagar con igual celo no sólo los hechos que agravan la responsabilidad de los inculpados, sino también los que les eximan de ella, la extingan o la atenúen. Por ejemplo, al brigadier Krassnoff lo ha condenado a años de presidio por detenciones en que no participó, por encontrarse en el extranjero, sin tomarse la menor molestia de indagar si efectivamente lo estuvo o no.

Pero ahora ha bastado que un sujeto haya sido procesado por estafa, por haberse beneficiado económicamente de la supuesta condición de ejecutado político de su padre, cobrando incluso el bono extraordinario de diez millones de pesos para hijos de cada "víctima de la dictadura" (bono que Michelle Bachelet también cobró puntualmente, pese a que su padre falleció por practicar un deporte contraindicado para su condición cardiaca), para que Solís lo haya dejado libre con "el cuento de la tía". 

En el caso se comprobó que el individuo "víctima" había muerto el 18 de agosto de 1973 en Talcahuano, y como todavía la judicatura chilena no ha comenzado a culpar a Pinochet de los muertos anteriores al 11 de septiembre de 1973, quedó de manifiesto la estafa del hijo del supuesto "ejecutado político". Pero éste tuvo la suerte de que su caso llegara a las manos del ministro Solís, quien escrupulosamente indagó hasta encontrar que había sido una tía del beneficiario la que había tenido la "conducta propiamente delictiva" de hacerlo pasar como "víctima de la dictadura", y como la tía está, a la fecha, convenientemente fallecida, así el sujeto ha podido quedar libre de polvo y paja.

¡Que virtuosa y extrema diligencia de este magistrado para averiguar con celo los "hechos y circunstancias que eximan, extingan o atenúen" la resposabilidad de este inculpado! ¡Cuántos de los actuales presos políticos uniformados, que no tienen otro medio de protestar contra las iniquidades que el Plan Ahora, quedarían libres si ellos pudieran beneficiarse de la diligencia de los jueces para encontrar, como en este caso, no un "cuento de la tía", sino hechos reales que los eximen de responsabilidad y que los jueces de izquierda no han considerado.